Es el momento más importante hasta acá en el semestre. Boca jugará su posible pasaje a la final del torneo más importante de América; en la ida ganó por 2 a 0, deberá perder por tres goles para quedarse afuera, si anota obligará a la U de Chile a marcarle cuatro goles al Xeneize. Todo el año se juega esta noche. Desde las 21:15 y con arbitraje de Julián Ubriaco.
La carga histórica que tiene este partido sólo se podrá palpar cuando el tiempo hay avanzado. Poner un sensor de las emociones es imposible. Hoy abunda el optimismo, el miedo, la negatividad, la ansiedad, y todos los sentimientos típicos de estar ante un momento jerarquizante ¿Cómo explicar lo que esto genera sin vivirlo? ¿sin poder procesarlo por parte de los espectadores y protagonistas? Con un libro repleto de frases hechas se podría marcar una bajada de línea tranquilizadora. Aunque el hincha de Boca tiene la ventaja de ya haber vivido estas sensaciones (al igual que los jugadores), sólo en el terreno de juego se puede ecualizar los sentimientos contenidos. Estamos ante un momento definitivo, esperado y soñado, la final de la Libertadores está ahí.
Futbolisticamente el Xeneize lleva lo mejor que tiene. La baja más importante es la de Juan Insaurralde, el chaqueño sufrió una lesión en su ligamento del tobillo derecho y quedó afuera de todo lo que le resta a Boca de aquí hasta el fin de temporada. En su lugar estará Matías Caruzzo quien sufre bastantes cuestionamientos por parte de los hinchas, pero que en sus últimas apariciones ha logrado destacarse y jugar en un gran nivel. Para esta Batalla se recupera a un soldado histórico como es Clemente Rodríguez, luego de volver lastimado de su participación por Eliminatorias, y en un amistoso contra Brasil, con la camiseta Argentina, el tres volverá a conformar la dupla con su amigo Riquelme.
El rival es un equipo que se destaca por su intención de ataque, por la velocidad de sus jugadores, pero sobretodo en la rapidez para la transición de defensa al ataque. Intentarán desbordar al equipo de Falcioni haciendo un equipo ancho, para ello cambiaron el sistema táctico pasando de jugar con tres defensores para armar una línea de cuatro. Esto también habla de un resguardo por parte de Sampaoli, que teme al pase punzante del 10 y a la velocidad de Mouche en las diagonales.
Con la experiencia y la inteligencia habitual que tiene este plantel, sobre todo lo referentes del equipo, habrá que manejar los tiempos del partido dominando la psiquis del rival. Hay que provocar que su localía se les vuelva un enemigo más, que el tiempo los presione, cerrar los espacios para ahogarlos en la impotencia y, si es posible, marcar un gol que casi determine la serie.
Los hinchas, jugadores, cuerpo técnico y dirigentes, deben saber que estamos ante la inmensidad del sueño, de llegar a un nueva final de Libertadores y con la posibilidad de ser nuevamente los más grandes de América. Un privilegio que muy pocos han logrado, y sin la constancia de Boca. El estadio seguramente esté inundado de un grito apasionado que diga «Quiero la Libertadores…»