Hace 73 años se inauguraba el Estadio Alberto J. Armando, mejor conocido como «La Bombonera». Hogar de hazañas y de tristezas, uno de los estadios más míticos del planeta.
Fue inaugurada el 25 de mayo de 1940 con un partido amistoso entre Boca Juniors y San Lorenzo de Almagro, encuentro que ganó el local por 2 goles a 0. Ricardo Alarcón se convirtió en el primer jugador en marcar en el nuevo estadio. Repitió la hazaña el siguiente 12 de junio, cuando se disputó el primer partido de un torneo oficial, contra Newell’s Old Boys, y que acabó con el mismo resultado que el anterior.
Lugar donde los rivales tiemblan, se aturden, se apabullan, se asustan. La presión es insoportable. La Bombonera supo dar vuelta partidos empujando con fervor a los 11 soldados que entran todos los fines de semana a defender este campo de batalla.
Con forma de caja de bombones, y una acústica que asusta, este templo sagrado se ganó la admiración y el respeto de todos a lo largo de la historia. Sin dudas, uno de los estadios más visitados en el mundo. La Bombonera es un símbolo de arraigo fundamental para el hincha de Boca.
Una leyenda viviente, La Bombonera es el único estadio en el planeta capaz de latir, de moverse, y de hablar. Admirada por todo jugador o director técnico que la pisa, envidiada por la mitad menos uno del país y amada por todos los hinchas de Boca. Este templo es la casa de todos los Bosteros.
Bautizada por su propio diseñador debido a su estructura, con un apodo que se haría, con el correr de los años, imposible de omitir: La Bombonera. Se podrían agregar mil adjetivos más, pero es imposible describir en palabras el sentimiento que le tenemos los hinchas de Boca a nuestro hogar. ¡Gracias por tantas alegrías, querida Bombonera!
