Te dejamos una entrevista exclusiva con un futbolista que rompió con todos los parámetros y se dio el lujo de representar al Xeneize.
Naohiro Takahara tiene el honor de ser el único jugador japónes que pudo jugar de manera oficial en Boca Juniors. El delantero llegó por seis meses en el 2001, consiguiendo incluso marcar un gol en La Bombonera. Ese paso por Argentina y por el Xeneize marcó rotundamente una carrera que incluyó una larga estadía en Europa y el disputar un Mundial con su Selección. Isamu Kato, compatriota del atacante y afamado hincha del azul y oro, viajó 2200 kilómetros de Tokyo a Okinawa para traernos una gran entrevista con el ex futbolista. Mirá:
¿Qué le dejó Boca Juniors?
«En primer lugar la pasión de la gente, también la de los jugadores y del cuerpo técnico. Esa pasión, el amor por el club. Fue la primera vez que me tocó jugar en el exterior y me tocó sentir esa pasión de la gente, una pasión terrible. Antes no había vivido el fútbol así. Para mí fue una experiencia increíble, futbolísticamente también, pero principalmente por la pasión de los hinchas con el club. Son cosas que pude vivir gracias a jugar en Boca, aunque sea poco tiempo».
Boca, una forma de crecer:
«Cuando regresé de Boca a Japón, esa experiencia fue clave para que yo pudiera ser goleador acá. Fue clave mi decisión de ir a jugar afuera y la experiencia que me dio Boca».
Un amor a miles de kilómetros de distancia:
«Todavía sigo a Boca, me fijo en su actualidad. Siempre lo sigo, cuando jugaba en Alemania también seguía su información. Siempre lo sigo, es un equipo especial para mí».
De Japón para La Boca:
«Claro que es un orgullo ser el único japonés que jugó en Boca, como también lo es el haber sido jugador de Boca».
Bianchi y el orgullo de tenerlo de técnico:
«Creo que Carlos Bianchi me cuidó mucho y pensó bien cuándo utilizarme en los partidos. Yo era un jugador que estaba perdido en un lugar nuevo y que no conocía el idioma. Trató de ponerme en los partidos pensando en que yo no siente presión. Le estoy muy agradecido, fue un honor el jugar con un gran entrenador como es él».
Riquelme y los cracks con los que compartió cancha:
«No sé si aprendí, pero la calidad y los niveles de mis compañeros en Boca eran muy altos. Como Román, que estaba en otro nivel. Estar con jugadores así hace que uno crezca mucho. Pero no solo con Román, Chicho, Guillermo, el Chelo Delgado, todos eran muy buenos, jóvenes y con muchas ganas. Haber podido entrenar y jugar con esos jugadores fue muy importante para mí».
«Le tengo muchísimo respeto a Riquelme. De todos los jugadores que he visto de cerca, él fue el que verdaderamente era diferente. En Alemania había grandes jugadores también, pero él era completamente diferente. Cuando volví a Japón a jugar en el Jubilo Iwata celebré haciendo el Topo Gigio y era en honor a él».
¿Qué le significó jugar en La Bombonera?
«Fue lo máximo, sin dudas. Es un estadio impresionante, con una gran hinchada y grandes jugadores. Fueron solo seis meses y me hubiera gustado jugar más tiempo ahí, pero sirvió para cambiar mi forma de ver el fútbol».
La carrera de Takahara siguió en Japón, Alemania, Corea del Sur y culminó de manera profesional en su país. En la actualidad afronta un gran desafío, siendo dueño, Presidente, entrenador, capitán y jugador del club OSV. Sobre este múltiple rol, explicó: «Es como cuando era chico, donde yo soñaba con ser profesional y lo pude lograr. Pero una vez que llegás ahí, las cosas no terminan. Uno quiere crecer más y mi situación actual es parecida a eso. Logré ser (Presidente y jugador), pero todavía no conseguí nada. Es cuando uno solo jugaba se ponía objetivos como ‘quiero jugar en el extranjero, en la selección e ir a un Mundial’. Por eso da mucha satisfacción ir cumpliendo esas metas. Ahora es como si recién hubiera empezado y nada más. Con llegar no alcancé nada, no estoy satisfecho con eso. Por eso creo que es importante el futuro e ir poniéndole ganas hasta lograr algo».
El OSV es fruto de su paso por Argentina y de vestir la casaca del Xeneize, algo que él contó sin dejar dudas: «Jugar en Boca tuvo un gran impacto para mí, es por eso que cuando decidí fundar mi club (OSV), y ya que iba a ser mío, no tenía dudas que los colores tenían que ser el azul y el oro.
Su club está creciendo, logró ascenderlo de la séptima a la quinta división. También alcanzó tener muchas empresas que lo acompañan, sumando más de 20 grandes y otras tantas locales. Es que Takahara explica que su rol no es sencillo, ya que «además de entrenar, luego debe recorrer tres o cuatro marcas por días para ir sumando más sponsors» que le permitan sostener su sueño.
El nuevo camino de Takahara tiene muchas dificultades. Generalmente deben ir cambiando todos los días de predio para entrenar, ya que aún no tienen uno propio. Si bien uno de sus objetivos es algún día tener su lugar para que la actividad sea mejor, Naohiro sabe que para el nivel actual de su equipo es un lujo que puedan «practicar todos los días en una cancha de césped», algo que los rivales quizás no lo tienen a su alcance. Esa mentalidad es la que él también busca en sus jugadores, ya que no quiere que se queden en su «zona de confort» y que así puedan sostener el «hambre para lograr los resultados» e ir creciendo con los objetivos.
La importancia del OSV supera lo futbolístico, es por eso que Takahara decidió incorporar una colaboración entre distintos agricultores locales para generar comunión. «Yo quiero a través del fútbol poder colaborar con la gente local, y armar un equipo con la gente de este barrio. Queremos que la gente colabore, aunque no sea por el deporte, para generar un lazo aún más fuerte con el club.
Takahara tuvo que vender un departamento y un auto, mudarse a Okinawa e invertir más de 100.000 dólares para fundar su club. Sobre ese sacrificio de cara a un desafío nuevo, explicó: «Esa pasión por el fútbol la aprendí en Boca. No solo de la hinchada, de los jugadores, sino esa pasión única. Es algo que los japoneses no teníamos tan incorporado, ya que somos un país con poca historia en el fútbol. Por eso cuando Boca viene a Japón despierta tanto interés entre los hinchas, impactándose por cómo alientan a su equipo. Para los japoneses eso nos genera sorpresa y nos hace pensar ‘qué lindo sería sentir así el fútbol'».
Naohiro Takahara es un luchador de la vida, que supo ir contra lo imposible consiguiendo ir a la otra parte del mundo para jugar en el club más grande. Ahí se enamoró de los colores, conoció la verdadera pasión y se decidió a cumplir su sueño de tener su propio Boca con el club que creó: «Esté donde esté, aliento a Boca como un hincha más. Quiero seguir creciendo junto a Boca, ojalá algún día mi club OSV sea igual de querido».