Un año después

Se cumple el primer año del fin de una era dorada. El 11 de mayo del 2014 Juan Román Riquelme jugaba por última vez con la camiseta de Boca Juniors.

Todavía recuerdo el himno vibrando por mis tímpanos. La melodía de repente se fundió con el grito de amor de un pueblo que vivía una época de guerra. La gente estaba eufórica y vos las mirabas con calma, saboreando cada fotograma que se grababa en tu retina.

Carácter. Eso demostraste desde el inicio de la velada, cuando Ortíz no encontró manera de despegarte la pelota de la suela y vos se la ofreciste con tus manos, para que todo el templo viera que esa era la única forma en la que iban a poder sacártela.

Te reinventaste hasta en tu última función. Como contra Yepes, inventaste un caño para el delirio de una multitud que se quedó sin palmas para agradecerte tu obra de arte. Fue un sólo movimiento. Un suspiro de creatividad. Sin tener que tener contacto con el elemento, dejaste en ridículo a tu marcador y sin reacción a tu compañero que no pudo darle continuidad al lujo que lo dejaba de cara al gol.

Pases, amagues, control del tiempo, dominio del balón, inteligencia, talento, personalidad, liderazgo. Hay una lista interminable de características y adjetivos que siempre te acompañaron, incluso en esa noche. Pero en tu carrera nunca hubieras logrado todos tus laureles sin tu amor y sin tu pasión por ese escudo, nuestro escudo. Por eso la gente luchó porque el final fuera diferente, por eso te ovacionó al igual que en tu debut.  Porque siempre supo, supimos, que vos eras el mejor de nosotros y que el poder de turno no te podía ganar.

Un año después yo, nosotros, te seguimos esperando. Porque dentro de la cancha siempre nos trasmitiste esperanza y la sensación de que todo era posible. Porque aún lo seguís haciendo y soñamos con que tu retorno es posible. Te extrañamos, Román.