El máximo ídolo del club llegó a las cuatro décadas y Diario Xeneize lo homenajea como se merece.
«Quiero jugar hasta los 40. Es un apuesta que hice con mi hermano. Acá o en otro club. Pero voy a seguir jugando», declaró Román tras el triunfo 3-1 de Boca ante Lanús por el Torneo Final 2014, en lo que significó su último partido con la camiseta azul y oro. Perdió, como nunca quisimos que lo hiciera, y perdimos todos: Riquelme debería haber jugado hasta hoy, el día en el que está cumpliendo las cuatro décadas.
El pibe de oro llegó con un título bajo el brazo, como no podía ser de otra manera: nació en San Fernando el 24 de junio de 1978, en la antesala de la primera Copa del Mundo que levantó la Argentina. En el seno de una familia grande y humilde, se crió en los potreros de Don Torcuato y, desde chico, supo que se quería dedicar a correr detrás de la pelota. Tan decidido estaba que Ana María, su madre, tuvo que bancársela.
Al juvenil que la rompía en las inferiores de Argentinos Juniors le llegó el momento que tanto esperó a principios de 1996, tras rechazar una oferta de River sin ningún resquemor. A pedido de Carlos Salvador Bilardo -nada más ni nada menos-, el Xeneize incorporó a un volante flaco, alto y elegante, que rápidamente se ganó la consideración en un primer equipo plagado de pesos pesados.
Debutó en noviembre y, en época de vacas flacas, la Bombonera lo adoptó como ídolo esa misma tarde: lo coreó durante todo el partido y él regaló su primera asistencia. Con la llegada de Carlos Bianchi en 1998, la responsabilidad de crear fútbol cayó sobre sus hombros y muchos problemas no se hizo. Cuatro años después, ya había conducido al equipo en la obtención de tres torneos locales, dos Libertadores y una Intercontinental.
Sin embargo, su liderazgo no sólo quedó demostrado en las canchas. Además de tantas otras jugadas magistrales, inmortalizó un caño fabuloso en una semifinal superclásica, pero también patentó el Topo Gigio, un festejo de rebeldía conocido y ejecutado mundialmente ante las críticas y los rumores de aquellos que miran desde atrás de la línea de cal.
Tanta fue la conexión entre Riquelme y la gente, entre Riquelme y la camiseta, que su estadía en Europa duró poco. En 2007, tras haber enaltecido al pequeño Villarreal y haber jugado el Mundial de Alemania, pegó la vuelta para La Boca, su lugar en el mundo aunque le ofrecieron fortunas en otros rincones. Y tan sólo cuatro meses tardó en alcanzar su tercera Copa y coronarse el mejor jugador de América.
Después de esa actuación descollante, su mejor versión según muchos, consiguió la Recopa 2008 a días de bajarse de un avión que lo traía de China -donde se calzó la medalla dorada en los Juegos Olímpicos-, dos Apertura y una Copa Argentina. Siempre fue la bandera xeneize, dentro y fuera de la cancha, aunque siniestros personajes intentaran derrumbarlo. Su espalda podía con todo y todos.
Una vez sí dijo basta: después de la derrota en la final ante Corinthians en 2012, se sintió vacío y sin energía para brindarle más alegrías a los bosteros. Semejante adoración generaba en la gente -hincha de Boca o no-, que un 9 de julio movilizó a todo un país y provocó manifestaciones en las que se pedía por su regreso. Volvió a sufrir junto al Virrey, a poner el pecho mientras el Xeneize no daba pie con bola.
Contra todo pronóstico, el peor final llegó. Tras un torneo en el que, con mala intención, se ponía en duda su continuidad, Daniel Angelici y compañía hicieron que el máximo ídolo se fuera de Boca por la puerta de atrás. Lo que aún duele más es que jugó su último partido con la azul y oro en La Bombonera sin que nadie supiera la trascendencia de esa noche. Y, si bien en el club que lo formó, se terminó retirando con los colores rivales.
Lo de Juan Román trascendió la historia xeneize, tanto que arrasa en las encuestas aunque del otro lado estén Diego Armando Maradona o Ángel Clemente Rojas. Y también marcó al fútbol argentino: aguantarla con el culo, clavar un tiro libre al ángulo, dar una asistencia entre línea, llevan su nombre. ¿Cómo puede ser que sólo haya jugado un campeonato mundial? Injusticias y errores con los que hay que saber convivir.
En total, lució la camiseta en 388 partidos, a tan sólo 38 de Roberto Mouzo -de no haber sido por la dirigencia-, y tiene el récord de más presencias en La Bombonera, el patio de su casa. Ganó la mitad de Libertadores que tiene el club, siendo factor determinante en las tres. Y paseó a las gallinas en todos los superclásicos que jugó. Por todo esto y más motivos que nadie nunca podrá explicar, Juan Román Riquelme es Boca y Boca es Juan Román Riquelme.
Nicolas
24 junio, 2018 at 22:02
Angelisi la concha puta de tu madre. Por vos se fue y así estamos gordo mal parido.
Su último partido tiro un caño sin tocar la pelota . Como olvidar. El más grande de todos. Gracias por tanto Román. Verte jugar en vivo en tres ocasiones fue lo mejor que he visto. Sencillamente entendía como jugar este deporte. No sería rápido con los pies pero era el más rápido con la cabeza y tus declaraciones siempre dejaban algo. Hasta diferente en la forma de hablar y declarar
No se si volver a hacer otro jugador bostero así. Va a ser difícil. La Copa del 2007. La libertadores contra palmeiras. El baile a makelele. Contra bayer estuvimos tan cerca. El cielo falló ese día. Pero nada simplemente gracias por todo lo que nos diste.
Los verdaderos bosteros te vamos a bancar siempre…
Feliz cumple fenomeno.
Nicolas
24 junio, 2018 at 22:03
Aclaró en noviembre nace mi hijo. Y lógicamente se va a llamar Román.
Victor
25 junio, 2018 at 02:43
👍.
Jordi
17 febrero, 2020 at 17:20
¿ Alguien sabe el apellido de la Madre de Riquelme, de nombre Ana Maria ? Gracias.