Estamos con Román

Te compartimos nuestros pensamientos sobre un suceso importante que está sucediendo.

En las últimas horas se hizo viral un sinfín de declaraciones fuera de lugar por parte del señor Gabriel Anello. Un contador que juega a ser periodista y relator desde hace muchos años, siendo parte hoy de Radio Mitre y Canal Nueve. Ahí, en ambos medios, viene emitiendo un discurso de odio y violencia contra Juan Román Riquelme. Mechando sus pensamientos racistas con varias fake news en las que intenta instalar en la gente que el Presidente de Boca es un corrupto.

Esta situación fue escalando y obligó a que el abogado de Cristian, hermano de Riquelme, junto al de Boca Juniors, tuvieran que salir a responder estas acusaciones. Además, ambos letrados confirmaron en el canal del club que llevarán toda esta situación a la justicia.

El impresentable de Gabriel Anello, un ser oscuro acusado de violencia de género, es sólo un ejemplo más de un modus operandi que lamentablemente no es nuevo. En las redes sociales, en los canales deportivos, en entrevistas de personajes vinculados de manera directa o indirecta al club, se utiliza de manera buscada este tipo de falta de respeto. Porque hay que ser claros y contundentes: la crítica es totalmente válida, pero jamás se debe asociar ni permitir camuflarla para emitir mensajes de odio.

Es que este personaje ha utilizado de manera despectiva y constante, distintos adjetivos descalificadores, racistas, xenófobos y clasistas. Unos que no nacen de su limitada capacidad creativa, si no que son lanzados desde un mismo sector, pero en diferentes lenguajes. Sea con los trolls pagos, con los guionizados periodistas deportivos en sus actuadas editoriales, o en seres despreciables como Gabriel Anello, esto es algo que se viene repitiendo desde hace años a la hora de juzgar a Riquelme.

Y ojo, porque esto sucede mientras que en otros clubes se normalizan un montón de situaciones que si pasaran en Boca serían un escándalo. Como lo de Estudiantes con Foster Gilette intentando estafar otros equipos mientras busca, junto al poder político, instalar las Sociedades Anónimas Deportivas. Porque en San Lorenzo se filma al Presidente Monetti aceptando una coima de 25.000 dólares para que un chico se sume a las inferiores, o porque en un mismo mercado de pases lo de la otra vereda traen un jugador para que se vuelva a ir porque cambiaron de entrenador y no lo quiere.

Está claro que lo que pase en otro club no tapa los errores de Boca. Unos que, lamentablemente desde hace dos años llevan a que no se gane un título ni se clasifique a la Libertadores. O, que actualmente, se esté a punto de jugar la definición de un torneo con un técnico interino y sin conocerse quién dirigirá a la institución en el Mundial de Clubes. Los errores en el Xeneize existen y son muchos, es una realidad. Como también lo es que Riquelme es el máximo responsable por su cargo. Pero nada, absolutamente nada de esto, justifica el odio buscado ni la diferencia de criterios de los medios para juzgar.

Román es una persona normal y merece ser respetado. Riquelme no es sólo una persona normal, es el máximo ídolo y el Presidente del club más importante del mundo, por lo que hay que tratarlo con respeto. Vivimos en un mundo actual en el que está de moda decir barbaridades sin importar las consecuencias. Vociferar el odio, sumarse a la ola de violencia moderna para ganar la efimeridad de un like. Lo sabemos todos, en especial aquellos que lo utilizan como un arma para intentar lastimar y buscar el poder. Pero, contra eso, también hay que combatir y la el caso de Anello tiene que servir para limitarlo.

Y hay que aclararlo una vez más: el presente futbolístico de Boca no es bueno, se fue Fernando Gago por una pésima labor y Mariano Herrón definirá el torneo. En una decisión que no compartimos y que no fue explicada. Pero nada, absolutamente nada de eso, justifica el nivel de operación, odio y violencia que se viene repitiéndose con el Presidente del club. Porque se puede criticar y se debe exigir. Porque cuando él fue jugador fue lo más grande que nos pasó y dejó la vara por los cielos. Pero también porque la gente lo transformó en el dirigente deportivo más votado de la historia del fútbol por confiar en él. Lo que no se puede es tolerar ni permitir es toda la persecución que viene sucediendo, desde los poderosos, los contratos y, lamentablemente, los propios. Por eso, como siempre y para siempre, estamos con Román.