Un análisis táctico y conceptual del porqué Boca Juniors no terminó de imponerse futbolísticamente en la ida de la Copa Sudamericana 2014.
En la previa del Superclásico Juan Román Riquelme adelantaba un problema que se repite con el pasar de los partidos: «A Boca Juniors le cuesta lastimar cuando tiene que ser el protagonista del partido y no hay espacios». Ayer, en la ida de semifinales de la Sudamericana contra River Plate, esto volvió a quedar en manifiesto. Éste es nuestro análisis de por qué sucede:
Desde las características Boca es un equipo que se luce más atacando con transiciones rápidas (pasar de defender a atacar) que con una posesión de varios toques y que requiera paciencia. Sólo Fernando Gago tiene la capacidad para utilizar la pausa como un aliado en la creación. Aún así, el volante es naturalmente un pivot defensivo y no un enlace, por lo que le falta ser más constante a la hora de clarificar con un pase a partir de tres cuartos.
Boca extraña a Riquelme, no sólo por sus capacidades individual y su nombre propio, sino por lo que representa como concepto dentro de un equipo. Es decir, se nota la falta un conductor, de un jugador que sepa administrar de otra manera cuando la falta de espacios no permite explotar la velocidad que tiene este grupo.
Más allá de la ausencia de un armador, Boca ayer quiso mezclar dos mundos incompatibles que provocó que se anulara en ataque. Arruabarrena buscó presionar bien arriba, haciendo que todo el equipo quede parado en campo rival y con los defensores jugando casi en la mitad de la cancha. Por muchos momentos esa parte del plan salió a la perfección, el problema ocurría cuando se recuperaba la pelota, ya que siempre se intentaba lastimar por medio de pases profundos y directos, volviéndose obvio. El tomar la posición tan adelante obliga a la precisión, porque los pocos espacios libres que le quedan a los delanteros para buscar el pase facilitan a los defensores, en especial cuando todo se vuelve reiterativo.
A Boca le faltó alternar decisiones. Hubo momentos en los que se renunció a cualquier posibilidad de buscar romper la defensa de River con pases encadenados, repitiéndose siempre en pelotazos desde cualquier sector para buscar un error o una corrida salvadora. Por si fuera poco, a esta falta de conceptos de jugada, se le sumó el bajo nivel de Andrés Chávez, el especialista en los ataques rápidos. También se sintió la falta de apoyos de Fernando Gago y Marcelo Meli. Sí, los dos volantes tuvieron un gran esfuerzo en la recuperación, pero nunca fueron lo suficientemente solidarios para ofrecerse como una alternativa de descarga para los delanteros.
La vuelta tendrá otro escenario, en el que seguramente haya más territorio para que Boca pueda explotar en ataque. Ahí este equipo seguramente se siente más cómodo, pero para el futuro habrá que crear variantes para terminar de darle forma a un plantel que promete.
Aclo¿¿+¿0
21 noviembre, 2014 at 12:48
Sintesis : Falta Roman
Franco Ferro
22 noviembre, 2014 at 00:13
que mierda va a faltar Román (que se quede a sacar campeón la fecha que viene a Argentinos)
lucas
21 noviembre, 2014 at 17:50
Ahi q comprar un enganche como la gente ahi q traer al PITI MARTINEZ d huracan ese flaco la va romper !y no es tan caro .. asi nos OLVIDAMOS DE LA PUTA D RIQUELME COVENTILLERA
Torres Toranzo Luciano
23 noviembre, 2014 at 15:26
Hay que ser ignorante para tratar así a Riquelme, ojalá algún día madures.
Alicia Petersen
21 noviembre, 2014 at 21:27
Coincido en todo el análisis. Agregaría que el riBal aporto lo suyo: cortó a base de fouls al mediocampo de Boca dejando de esa manera a Chavez y Calleri aislados. Nos neutralizó con un recurso indigno pero eficaz. Y añadiría que la defensa de Boca anduvo muy bien (simeone no existio), obsesionada con el cero en el arco propio. Creo que en el gallinero, el riBal tendrá ganas de atacar, generando mejores espacios a Boca.