Boca Juniors terminó sufriendo un agónico empate contra Rosario Central pese a haber sido superior. Marcar de visitante es un plus pensando en la vuelta en La Bombonera.
La previa al comienzo del encuentro fue caótica: bengalas que en La Bombonera costarían una clausura y un piedrazo que le abrió la frente a Orion. Boca dio una muestra de caracter al tener que enfrentar este duelo con un clima hostil y con condicionamientos de todo tipo. El equipo de Arruabarrena volvió a mostrar un crecimiento futbolístico, que si bien el gol de Delgado sobre el final puede opacarlo, genera esperanzas para todo lo que se viene.
De mayor a menor. Boca tuvo una idea de juego que durante 80 minutos logró mantener con grandes resultados. El juego de Castellani de espaldas al arco, la llegada de Meli desde atrás, la potencia de Chávez, la experiencia del Cata y la intención de Acosta fueron algunas de las claves para que el Xeneize estuviera en ganador y se fuera con la sensación de que se le escaparon dos puntos. El gol de Marín fue el punto más alto de un equipo que continúa evolucionando.
En el segundo tiempo, cuando las piernas se agotaron, Central empezó a elevar su nivel más por el empuje que por el lucimiento del juego colectivo. Ahí, a puro centro y tiro libre, fue arrinconando a Boca hasta romperle el ritmo. Los ingresos de Carrizo y Martínez no le funcionaron a Arruabarrena, por lo que de a poco el Xeneize pasó de dominador a dominado.
Seguramente la espina del final, con ese gol de Becker que Orion no pudo evitar cuando el tiempo ya estaba cumplido hace más de un minuto, genere bronca. Pero por rendimiento, y por haber sacado una ventaja al marcar de visitante, Boca tiene que creer que puede quedarse con la serie, tiene con que.