Del cielo al infierno

Boca estuvo tres veces arriba, pudo haber goleado, pero terminó sufriendo un empate (3 – 3) plagado de errores que puede costarle caro para el partido de vuelta. Enorme partido una vez más de Sánchez Miño y grandes presentaciones de Acosta y Albín.

Parejo, mal jugado, con los dos equipos achicando en la mitad de cancha y dejando en offside a los atacantes. Así empezó el partido y no había pistas de que el encuentro mutaría tanto hasta convertirse en un torbellino de emociones. Silva se abusó de un error de Leonel Galeano y disparó para el 1 a 0. El uruguayo usó su olfato de optimista eterno para ir en búsqueda de la falla del rival, así logró que su gps le indique el camino al gol para abrir el partido y condenar al incendio al joven defensor del Diablo.

Estar arriba en el resultado soltó a los jugadores de Boca, les dio confianza para atacar con más soltura y generar espacios en una defensa que parecía muy vulnerable. Pero todo cuento de hadas tiene su lado melodramático,  con pelotazos atrás del lateral derecho y Schiavi, el Xeneize sufría chances de gran peligro. Así fue que Vidal estuvo a centímetros de convertir y de que D´angelo le tapase un pie a mano a Rosales. Blandi, Silva erraban goles increíbles, que hubieran cerrado la serie en los primeros 45 minutos de la misma dándole vida a Independiente.

Justamente de otra oportunidad clara en la que Nicolás Blandi tardó en definir, llegó una contra y el empate del Rojo a minutos del descanso. Un pelotazo largo, un cierre insólito de Cellay, un Schiavi que no reaccionó rápido para cerrar a Jonathan Santana y a sacar del medio. Sin embargo, casi instantaneamente desde un saque lateral profundo de Clemente que Silva pivoteó con maestría para cedersela a Somoza, el ex Vélez, le pegó con un fierrazo de primera haciendo que la pelota estalle en el palo y entre al arco de Hilario Navarro para el 2 a 1. Boca terminaba el primer tiempo ganando y con la sensación de que debió hacerlo por mayor diferencia.

Apenas comenzada la segunda etapa llegó el empate de la visita por medio de Rosales. El volante recibió un rebote que capitalizó, luego que D´angelo perdiese dos veces la pelota (¿con falta?) al intentar descolgar un centro que el mismo autor del gol envió. Por si faltaba poco, Schiavi se iba expulsado por una segunda amarilla exagerada por parte de Lostau. Falcioni movía las fichas y hacía ingresar a dos jugadores que debutaban y serían claves como Lautaro Acosta y Emiliano Albín.

El 2 a 2 y el hombre de más le dio a los dirigidos por Cristian Díaz un protagonismo que no tenían hasta el momento. Ahí llegaron las grandes atacas de D´angelo que evitaron la caída y dejaron latente la posibilidad del triunfo. Una enorme corrida del uruguayo Albín provocó un tiro libre cerca del área, Sánchez Miño demostró toda su condición de crack y que tiene un guante en vez de un botín en su pie izquierdo, al ejecutar con maestría para el 3 a 2 y desatar la locura del estadio y la fascinación de Alejandro Sabella (técnico de la Selección Argentina).

Cuando parecía que la fiesta era toda azul y oro, otra vez el equipo pasó del cielo al infierno. Primero fue con el tiro en el travesaño y posterior atajada de D´angelo que evitó el empate. Y en definitiva, con el tonto penal que cometió Clemente Rodríguez luego de un mal control, que le dio a Farías la ocasión de poner el 3 a 3 final. Con este resultado el Xeneize está obligado a ganar la semana que viene si es que quiere pasar de ronda en la Sudamericana 2012, el gol de visitante vale doble ante igualdad de resultado.

Lo más destacado es el aporte de la sangre joven de este plantel. La técnica y personalidad de Sánchez Miño, la seguridad de Guillermo Burdisso, la desfachatez de Emiliano Albín y la gran velocidad de Lautaro Acosta. El equipo deberá trabajar mucho en su identidad, retroceso defensivo y concentración. Los nuevos talentos dan esperanza de ver un Boca competitivo.