El primer superclásico del verano terminó empatado 1-1 gracias a los goles de Sánchez Miño para los Xeneizes y de Maidana para los Millonarios. Los dirigidos por el Virrey merecieron el triunfo, pero chocaron con un arbitraje que favoreció a los de Núñez.
El modelo 2014 de Boca Juniors tuvo una gran presentación. Sí, ya sabemos que el debut del Xeneize fue ante Estudiantes, pero esta noche se vio por primera vez la idea que quiere plasmar Carlos Bianchi para este año. Presión alta, salida por abajo, juego agresivo y muchos jugadores llegando a posición de gol. Así, a lo largo de los 30 minutos del primer tiempo, el conjunto azul y oro maniató a River Plate dejándolo como un equipo diminuto en fútbol e ideas.
Esa primera media hora, el equipo logró un nivel colectivo interesante. Aunque también exhibió el desequilibrio individual de Gigliotti, Martínez y el juvenil Acosta. Justamente el pibe, al que Bianchi descubrió, fue uno de los mejores de la cancha. Con la 10 en su espalda y la mirada de todos los Bosteros, Luchito no sintió el peso de su debut ni del rival: se mostró encarador, atrevido y sin inhibición. Jugó consciente de que fue su esfuerzo, ese que lo llevó a esta oportunidad, tenía que aparecer esta noche. Llegó para quedarse.
El golazo de Sánchez Miño fue el premio al contenido que desarrolló Boca en esa primera parte. No había dudas de que el 1-0 era un resultado de la justicia futbolística. Fue ahí, en el mejor momento del Xeneize, que apareció el gran protagonista de River para igualar la historia: el árbitro Germán Delfino.
El primer error grave del juez fue la no expulsión de Maidana por un codazo sin pelota a Gigliotti. El colegiado interpretó foul en esa acción, aunque su sanción solo fue una tarjeta amarilla. Este falló se agravó cuando convalidó un gol del defensor en el que, luego de patear la pelota, impactó los tapones de su botín en el pecho de Agustín Orion. Por si fuera poco, tras un corner mal sancionado a favor de los de Núñez, una protesta de Daniel Díaz terminó con el pito echándolo de la cancha. En pocos minutos, Delfino salvó al Millonario de quedar con un jugador menos, regaló el empate a ese equipo y dejó a Boca con diez para jugar todo el segundo tiempo. Un papelón.
Más allá del tendencioso arbitraje, Carlos Bianchi mantuvo fría su cabeza y pensó cómo rearmar el equipo para el complemento. El Virrey decidió poner a Joel Rodríguez – de otra gran actuación – en la cancha en lugar del pibe Acosta, manteniendo la línea de cuatro en el fondo y adelantando a Gago. Aún con diez jugadores, Boca siguió manteniendo su superioridad.
Orion salió lesionado y Trípodi ingresó en su lugar con una correcta actuación. Barovero, con una enorme tapada, evitó la caída de River en una jugada en la que Gago casi trae la suerte de nuevo para Boca. Mientras que el equipo de Bianchi dejó una sensación revitalizada tras el empate, los de Núñez se fueron cabizbajos y con Cavenaghi como ejemplo de esto: el nueve, en su vuelta, se fue expulsado a los 94 minutos por una patada violenta y lleno de impotencia contra Gigliotti.
Fue empate, pero este Boca volvió a ser Boca.
cristina sikos
19 enero, 2014 at 20:17
Coincido en que se vio a un Boca muchisimo mas «revolucionario» , aunque no me gusto el gran grado de agresividad de Riber,que quedo impune,no entendi por que salio el cata,cuando por la tele se veia al arbritro discutiendo con Ledesma,en cuanto a Orion ,me gustaria que se lesionara para no poder ir al mundial.
Matías
19 enero, 2014 at 22:26
El que entró por Luciano Acosta fue Joel Rodriguez, no Joel Acosta