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Curiosidades

La Bombonera somos los hinchas

Un relato íntimo para honrar el templo de todos los Xeneizes en el cumpleaños 111 del club de la mitad más un montón.

No soy socia, no soy adherente, soy hincha de Boca.
Nací cuando a Maradona le cortaron las piernas. En mis 21 años, sólo fui cuatro veces a La Bombonera. Fui un par más a La Boca (y vi el estadio de afuera). Vi un partido oficial y un partido homenaje. Durante 12 años, escuché muchos otros por radio. Desde el 2009, los veo por Fútbol para Todos. Un poco antes, el ritual de la Libertadores por El Trece. Siempre le pedí a mi papá que me llevara a la cancha, pero nunca pudo; y después menos que menos, si había que hacerse socio y «era un quilombo». Mi papá jugaba bien al fútbol pero no le gusta mirarlo; tal vez los resúmenes o ver los goles, pero los partidos enteros no los mira nunca. A veces pienso que es su sueño frustrado y verlo hecho realidad en otros le hace mal. Yo puedo ver todos los partidos sin problema, pero los más lindos de ver son los de Boca y en La Bombonera. Desde chica los miro, me gustaba ver jugar a mis vecinos en la calle y me gustaba ver jugar a Román. Riquelme fue el primer apellido que recibí como respuesta cuando pregunté: «¿Y ése quién es?». Riquelme era de Boca y jugaba en La Bombonera, nació bostero como su papá y va a morir bostero como todos nosotros.

A veces me pregunto por qué me gusta tanto el fútbol, por qué soy tan hincha de Boca y la única respuesta es: «Por mi mamá». Mi mamá es hincha de Boca. Le gusta mirar los partidos. Cuando era chica iba a La Bombonera porque la llevaba su tía Cata, que también era fanática. Las dos eran socias. Su tía siguió siéndolo pero mi mamá no, porque mi abuelo no pudo pagarle la cuota cuando Cata ya no pudo hacerlo. Mi mamá cuenta orgullosa que iba a la cancha y que vio jugar a Rattín, Roma, Suñé, Rojitas y Marzolini. También me cuenta que toda su familia era de Boca: «Los Santana no usamos segundos nombres y somos de Boca». Mi abuelo Ernesto era de Boca, fanático. Aunque no fue socio, mi abuelo iba todos los meses a La Bombonera porque llevaba en su rastrojero la máquina con la que José – el utilero – cortaba el pasto de la cancha. Al terminar, veían desfilar a los jugadores. Mi mamá aún hoy guarda un poco de pasto y el recuerdo de saludar a todas las estrellas.

Mi abuelo no era socio, era hincha. Mi abuelo llevó a mi papá por primera vez a La Bombonera a ver un partido. Mi abuelo se identificaba con La Boca, con Alfredo Palacios, con los trabajadores del barrio, con el Cinzano y la faina de “Tuñin de La Boca”. Mi abuelo entendía la importancia de los colores. Mi abuelo sabía que Boca es fiesta, que Boca es su gente, su pueblo. Mi abuelo sabía que Boca es azul y oro. Y yo también lo sé.

La Bombonera forma parte de mi historia, de mis antepasados: es mi identidad.
Boca es mi identidad. Soy de Boca como mi papá, como mi hermana, como mi mamá y como mi abuelo, al que no conocí ni me conoció. Y no me importa si no puedo ir a la cancha todos los domingos. ¿Me encantaría? Sí, pero no puedo ser tan egoísta de regalarle la historia de un club y de un pueblo al capricho de unos pocos que no se identifican con Boca ni con La Bombonera. Esos pocos no piensan en los hinchas: juegan con los hinchas, con nuestros sentimientos.

La Bombonera somos los hinchas. Los que van siempre, los que no, los que fueron, los que la sintieron, los que la sufrieron. Y de La Bombonera no nos vamos.

2 Comments

2 Comments

  1. Aclo¿¿+¿0

    3 abril, 2016 at 17:47

    Muy buena nota

  2. gonzalo

    4 abril, 2016 at 12:24

    Impecable!

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