El enganche apareció junto al técnico para apuntar directamente contra el diario Olé y todos aquellos que llenan páginas con rumores. El capitán omitió cualquier tipo de interna y buscó que el plantel ahora solo piense en ganar. Crack.
Riquelme es gigante, no solo por lo que juega en la cancha, si no también por cómo se carga en el hombro algunas situaciones que no debería. El capitán tuvo que dar la cara por el escándalo mediático que generó la conferencia de prensa de Pablo Ledesma y el supuesto enojo de Agustín Orion.
El enganche se presentó en la conferencia de prensa junto a Carlos Bianchi y fue claro en su discurso: pegarle a Olé y a todos los medios que vienen realizando rumores y críticas sin pruebas. Dejando de lado cualquier cosa referida a la intimidad del grupo y destacando que lo importante es ganar.
«Buenas tardes, hoy no íbamos a hablar con ustedes pero creíamos que era necesario. Queremos entrenar bien y dejar lo mejor para Boca. Pero creemos que hay gente que quiere confundir a los hinchas», arrancó un Riquelme decidido a solucionar el problema del grupo.
«Vengo a hablar en voz del plantel y agradezco que esté Bianchi acá. Hay un diario, que se supone que es serio, ¿no?, que desde hace más de dos meses que viene diciendo cosas que no son: Dijeron que los jugadores mandaban mensajes en la pretemporada, que después de perder con Vélez Gigliotti y el Cata se pelearon en el vestuario», arrancó.
«Ayer un compañero hizo una conferencia hizo declaraciones de un diario que no entendíamos al entrenador. Esperamos a todos los periodistas que dicen que mandamos mensajes que vengan, así lo aclaramos en el hotel. Así nosotros sabemos qué pasa y ustedes no quedan como mentirosos», apuntó contra Olé, y agregó: «»Después de perder con Vélez dijeron que me pelee con Bianchi. Que es como mi papá y no me da vergüenza decirlo».
El mensaje final del capitán fue contundente: «Esperamos las pruebas hasta el lunes, si no las tienen, acá no hablamos más con la prensa».
Está claro lo que busca Riquelme. Al exponer al Olé ante ciertas actitud y notas de mal gusto generó un enemigo en común. Tapó cualquier problema interno y expuso a sus compañeros para que dejen de filtrar información. El enganche terminó con el circo para que ahora todos se concentren en lo más importante: la pelota.