Boca Juniors le ganó a Cerro Porteño con un solitario y agónico gol de Emmanuel Gigliotti. El Xeneize viaja a Paraguay con ventaja.
Se cumplieron los objetivos básicos: victoria y terminar con el cero en el arco. Es cierto que no fue el mejor de los rendimientos el que exhibió Boca, pero en una serie de cuartos de final, ante un rival de peso como Cerro Porteño, lo importante era llevarse a Paraguay un resultado positivo. El héroe, con acierto de Arruabarrena al saber utilizarlo, fue Emmanuel Gigliotti con un gol de esos que metía Martín Palermo.
La intención siempre fue de Boca. Lejos de ser reales quedaron las promesas de Leonardo Astrada de que Cerro Porteño iría a atacar a La Bombonera. El equipo de Arruabarrena, más con ganas que con ideas, fue el único protagonista de un partido discreto de fútbol. Ahí, en la ausencia de creatividad, sobresalió un juvenil de 18 años que tuvo su bautismo en partidos internacionales: Adrián Cubas fue la gran figura por su capacidad de recuperación, su carácter y su precisión en el pase.
Cuando se le acabó la energía para presionar bien arriba, Boca empezó a quedar desnuda en su falta de capacidad para atacar. El equipo quedó largo y sólo se dedicó a tirar centros sencillos para los defensores de Cerro Porteño. El ingreso de Martínez y de Gigliotti sirvieron para renovar energías y para que el Xeneize se lleve un resultado clave a Paraguay. La jugada clave fue una pared bárbara entre Colazo y Forlín que el Puma, con pifia incluida, mandó al fondo de la red.
Boca debe mejorar, pero aún jugando mal, logró llevarse un triunfo casi sin complicaciones. Con el aliento del final, el equipo de Arruabarrena demostró que tiene el potencial para llegar a semis.