Boca le ganó a River en el Monumental por 1 a 0 a pesar de haber jugado un partido muy flojo y se quedó con el Superclásico. El gol para el Xeneize lo anotó Emmanuel Gigliotti.
Expectativa, nervios, pasión… Superclásico. Con su habitual clima, se largó el partido en el Monumental. River salió a atacar a Boca durante los primeros minutos de juego, y tuvo sus oportunidades, aunque sin tanta claridad. El Xeneize sufrió esos instantes iniciales, al no encontrarse cómodo ante los pelotazos frontales y profundos de los locales. Pero con el pasar de los minutos, el equipo de Carlos Bianchi logró imponer su juego para llegar hasta Barovero, que en más de una ocasión evitó el grito azul y oro.
Sánchez Miño con un tiro cruzado. Otra vez el zurdo y, en el rebote, Gigliotti, también tuvieron una doble oportunidad para poner a Boca arriba aunque sin la precisión para vulnerar a un muy seguro arquero de River.
La jugada más importante del partido ocurrió en el minuto 23 de la primera parte. Riquelme abrió con inteligencia a la derecha para Martínez. El Burrito, de gran partido, desbordó a Vangioni y tiró un centro atrás que Gigliotti mandó al fondo de la red en un excelente movimiento. El silencio fue atroz, el Monumental quedó mudo y el rugido del Puma vibró por las parades del estadio de Núñez. Boca y Bianchi de nuevo lograban callar a una cancha llena únicamente con hinchas de River.
Las lesiones volvieron a aparecer como un condimento más para un partido lleno de nervios. Riquelme, Gigliotti y Gago tuvieron que dejar la cancha. Sin ellos, Boca se refugió atrás y se apoyó en un excelente labor del Cata Díaz, Orion y Pérez para contener a River.
Los palos jugaron para lo dos equipos. Los locales tuvieron dos, con Ponzio y Mora. Mientras que para Boca lo sufrió el Burrito Martínez.
No se jugó bien, sobre todo en el segundo tiempo, pero Boca le tiró la paternidad encima a River y le ganó el Superclásico. Sin hinchas, no habiendo conseguido dos triunfos seguidos tras más de treinta partidos, manteniendo el cero otra vez, quedó bien en claro quién es el más grande de todos. Y sí, Ramón. Otra B será…
