Perder ante un soplido

Boca Juniors volvió a exhibir las mismas flaquezas anímicas y defensivas del pasado. Vélez le ganó por una acción destacada de Zárate y siempre jugó al error. No hubo superioridad del Fortín ni una gran diferencia, pero con una cadena de desilusiones colgando del pecho, todo duele el doble y pesa más.

Una nueva derrota y otro paso atrás. Volvió el castillo de naipes a Boca. Otra vez el equipo defraudó con una falta de confianza y ánimo sorprendente para este club. Vélez le ganó por inteligencia, oficio y por ser más punzante a la hora de aprovechar los errores del Xeneize en su última línea. Mauro Zárate, sin elaboración previa y con solo un pelotazo bien ubicado, logró marcar el 1-0 definitivo con el que el Fortín se llevó un triunfo más.

Boca tuvo chances, también la pelota en la segunda etapa, pero no le alcanzó. La columna vertebral integrada por el Cata Díaz, Gago, Ledesma y Gigliotti falló en Liniers y todo se volvió imposible. Sin la seguridad en el fondo, el recupero y la creación del medio, ni la efectividad en el ataque; el Xeneize se transformó en un cúmulos de buenos intentos que nunca fueron solución.

Vélez no lo bailó a Boca. Tampoco fue muy superior. La gran mayoría de sus ataques fueron de contra o ante una mala salida del fondo de azul y oro. Nada de eso importa, porque la gran diferencia estuvo en la capacidad de explotar al máximo el planteo y los errores del rival. Mientras que el Fortín sabía buscando la espalda del Cata Díaz habría chances de lastimar, el equipo de Carlos Bianchi intentó estéril, y sin eficacia, llegar hasta el arco de Sebastián Sosa.

Duele, porque ya son varios resultados negativos en muy poco tiempo. Duele, porque es perder ante un soplido. Duele, porque el contexto no ayuda a valorar lo poco bueno realizado esta noche para agarrarse de eso y empezar a mejorar.  Muchas preguntas que no tiene respuesta, como el no ingreso de Riquelme, en un Boca que está para el diván.