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Efemérides

El día que Palermo rompió todos los récords

Con una asistencia deliciosa de Román. Martín se abrazaba a la historia al convertir su gol 219 en el club. Así superaba al mítico Cherro y alcanzaba el máximo escalafón del olimpo goleador Xeneize.

Son infinitas las lineas que podríamos dedicarle a Palermo y sus goles. Habrá muchas notas recordando cada una de las hazañas del Titán. Hoy toca homenajear el día que convirtió su grito 219 (y 220), uno de los hitos más importantes de su historia , sino el más. Ese día rompió todos los récords posibles en Boca, se transformó en un icono, en una meta a superar para cualquier jugador que alguna vez use la camiseta azul y oro. En un día como hoy, pero  se coronó com6 años atrás, el Titán se transforma en el máximo anotador de la historia de Boca superando a Cherro

Mucho debate se generó a medida de que Martín iba marcando más goles. Primero le pusieron a Varallo como punto de referencia (máximo goleador profesional), luego le sumaron las anotaciones que Panchito había conseguido en el amateurismo y también lo sobrepasó. Sólo le quedaba Cherro y con el pase de Román, empezó a competir contra su propia capacidad. Palermo a partir de ese momento era el que decretaría cuántos goles tendría el top scorer azul y oro.

No había otra forma, tenía que ser con un pase del compañero que más lo asistió en toda su carrera. La dupla de Riquelme y Palermo fue la más grande de toda la historia Xeneize y eso es indiscutible. Intentaron provocar discordia por que el 10 no saludó al 9, aunque los medios luego tuvieron que salir a decir la verdad y reconocer que la barra brava estuvo metida en el medio, con amenazas de muerte incluidas. Eso es parte de otra historia, lo importante es que ese día el Titán festejaba con su hijo ser una leyenda viva de Boca.

Boca derrotó a Arsenal por 4 a 0. Martín anotó dos (el primero y el último), Chávez y Riquelme sumaron sus goles.
Todo es una anécdota comparado con el gol histórico del nueve. ése que se retiraría con 236 festejos, poniendo una meta casi imposible de alcanzar. Claro, a menos que te llames Palermo.

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