Boca Juniors derrotó a Temperley por 2-0 como visitante en un partido que se complicó tras una inexplicable expulsión de Orion. Un triunfo a pura fibra.
El alma encendida y el cerebro funcionando al máximo. Esa mezcla de entrega e inteligencia fue la clave para que Boca Juniors logre superar una difícil prueba ante Temperley jugando como visitante. Es que el equipo de Arruabarrena pasó de ganar con un gol de Martínez de penal a tener que defenderse durante todo el segundo tiempo por la insólita roja de Orion. Luego, en el final del partido, Jonathan Calleri cerró con un golazo el 2-0 final.
La capacidad de Meli para atacar sin pelota fue aprovechada por el guante de Lodeiro, quien lo habilitó siempre y, entre ellos, se generó la jugada del penal que Martínez convirtió en gol. Lo insólito estuvo en la decisión de Rapallini, que sólo amonestó al arquero Crivelli cuando debió ser roja por exceso desmedido de fuerza y jugada manifiesta de gol. Lastimosamente el árbitro no mantuvo el mismo criterio cuando expulsó a Orion luego de un irresponsable intento de cabezazo a Dinenno, justo cuando el primer tiempo ya estaba terminando. Realmente fue sorpresivo lo del uno de Boca, ya que nunca había sido expulsado y lo hizo en un momento indebido y con él teniendo una gran noche.
Esa expulsión de Orion modificó el encuentro. Arruabarrena primero hizo el cambio obligado de Sara por Martínez para cubrir el arco, algo que el ex Rafaela hizo con excelencia. Luego debió ingresar a Colazo por un flojo Pablo Pérez, para cerrar los costados y ayudar a Monzón. Su último cambio fue justamente por el lateral, de pésimo encuentro, haciendo ingresar a Torsiglieri para armar una línea de 5 y dejando a Osvaldo sin debut.
Sobre el final Calleri tuvo premio a su impresionante esfuerzo al convertir un golazo que incluyó una vaselina exquisita por sobre la cabeza de Federico Crivelli. El delantero batalló durante todo el complemento en soledad y fue el generador de la mayoría de las jugadas de ataque de Boca en esta etapa. Merecía como pocos irse con una conquista.
El párrafo final lo merece Adrián Cubas, que volvió a ser la gran figura del equipo a pura recuperación y solvencia en el pase. Una vez más el volante demostró que es un jugador de un potencial ilimitado y que dentro de nada le robará el puesto a Erbes. Boca ganó con sus cualidades: inteligencia y entrega. Pero principalmente con el corazón azul y oro bien encendido.