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Editorial

La política vuelve a atacar a Boca

Se acercan las elecciones y los hilos de la oposición quedan al descubierto en su intento de perjudicar al club.

Las elecciones del 2019 liberaron a Boca Juniors de un mal que viene acechando a todo el fútbol argentino desde hace muchos años: el abuso de los paracaidistas que vienen a utilizar a los clubes como trampolín para llegar a la política nacional. El triunfo de Juan Román Riquelme sobre Christian Gribaudo rompió con los bunkers y, con aciertos y errores, logró que el Xeneize vuelva a ser una institución deportiva.

Esa victoria de Riquelme no salió gratuita y el ejemplo más claro está en el presente. Primero con el circo de la posible venta de Valentín Barco a días de los cuartos de final de la Copa Libertadores. El juvenil es el único futbolista de esta gran camada de inferiores en la que su representante – Adrián Ruocco –  puso reparos a la hora de renovar su contrato. En la negociación el agente exigió que le bajaran la cláusula de salida, siendo un pedido excluyente para evitar que el lateral se vaya libre a mitad de este año.

El caso queda muy en evidencia porque no sucedió con Alan Varela, Luis Vázquez o Mateo Retegui, por citar tres futbolistas que acaban de ser vendidos por fortunas. Tampoco con Exequiel Zeballos, Luca Langoni, Ezequiel Fernández o Cristian Medina, por mencionar otros que tienen un gran poder de reventa al igual que Valentín Barco. Todos estos chicos son manejados por distintos representantes – con los que incluso la actual dirigencia tuvo roces por jugadores otros jugadores que ellos manejan y que no pertenecen a la cantera – pero que aún así eso no evitó que hoy estos juveniles tengan contrato por varios años con Boca y que sus cláusulas sean más elevadas.

La realidad es que Boca no desea vender a Barco y el juvenil no quiere irse en medio de esta Libertadores en donde es titular. El chico debutó con esta dirigencia teniendo apenas 16 años, siendo uno de los cinco más jóvenes de la historia del club, cumplió todo su ciclo formativo siendo campeón en inferiores, reserva y primera. Recién ahora está logrando la continuidad y regularidad en el equipo principal, algo que le trajo el cariño y reconocimiento del hincha. El Colo, como el club, sabe que no es momento de partir. Algo que los propios referentes, como Darío Benedetto o Chiquito Romero, han dejado en claro públicamente en sus últimas entrevistas. Pero pese a este contexto, es su representante Adrián Ruocco quien maneja los medios para instalar y hostigar con su posible salida en el peor momento posible.

Fuera de lo de Barco, este jueves Boca se levantó otra vez con un intento de clausura de su estadio a través de la fiscal Celsa Ramírez. Personaje que ya ha dejado en claro su intencionalidad, su falta de objetividad y su rol de operadora judicial. Una vez más buscan castigar a La Bombonera a un día de un partido, a menos de una semana de una llave clave de la Libertadores y justo en un fin de semana largo en el que el feriado del lunes puede perjudicar cualquier trámite del club quiera hacer si es que le llega un castigo.

Entre la última clausura de Celsa Ramírez y este intento han pasado muchas cosas que exponen el accionar de la fiscal. En el fútbol argentino han muerto hinchas, se han derrumbado partes de estadios, hubo sobreventa de entradas y hasta casi matan a golpes a un árbitro. Ninguno de estos casos han sido estudiados, pero justo a Boca le cae hoy un nuevo intento de clausura por una causa que tiene fecha de octubre del 2022.

Adrián Ruocco y Celsa Ramírez son personajes que están vinculados directamente con Daniel Angelici. Los hilos del ex Presidente se ven a lo lejos. Como dijo el propio Mauricio Macri hace muchos años, «el dirigente de fútbol que pierde una elección quiere que su equipo pierda hasta tanto no vuelva a la dirigencia». Esa frase se potencia cuando se trata de un grupo que no sólo quiere vivir el poder que conlleva gobernar una institución como Boca, si no también porque quieren aprovechar el potencial que ésta te permite para alcanzar la política nacional.

«Boca es un club de fútbol», declaró Riquelme en más de una ocasión. No es un bunker del PRO, del kircherismo ni de cualquier otro cuadro político. Mantener eso en esta coyuntura es muy complicado y la actualidad de esta semana así lo demuestra, con un grupo de gente que demuestra que no tiene reparos de perjudicar a la institución con tal de poder tener alguna chance en la elección de diciembre. Pero más allá de la persecución, fuera de las operaciones y clausuras, no hay costo que pese más que la importancia de mantener siempre al Xeneize como lo que siempre fue y que hoy sigue siendo: una asociación civil sin fines de lucro.

2 Comments

2 Comments

  1. Jorginho

    18 agosto, 2023 at 08:59

    Sr. Torres Toranzo Luciano , si bien en varias ocaciones estoy en desacuerdo con sus comentarios deportivos , en su tendencia a criticar injustamente jugadores que no son de su simpatía y elogiar en forma desmedida a los que son sus favoritos , tengo en esta oportunidad que elogiarlo por esta nota referida a la política del club . Coincido ciento por ciento con sus apreciaciones y sinceramente van mis felicitaciones.

  2. ruben

    18 agosto, 2023 at 10:36

    No entiendo que tiene que ver la politica con que se encuentren entradas, tajetas, pulseras de consumicion libre en la casa de «chanchi» Riquelme, ¿es dirigente de Boca??, las tima que justo le robaron el telefono, esto es como echarle la culpa de la inflacion a Milei, cuantas cabezas de termo, por favor!!!, seguramente esta defensa encendida no sera gratis….

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