El equipo de los Barros Schelotto logró un triunfo agónico que le infla el pecho de cara a la segunda final en la historia contra River.
Con el alma Xeneize, con una cancha hirviendo de aliento y un equipo que se dejó contagiar. Boca terminó ganando en el último segundo un partido que tenía resuelto y que se le terminó complicando. El gol de Leonardo Jara se sumó al que antes había marcado Edwin Cardona de penal. Un 2-1 que vale mucho; para sostener el liderazgo absoluto en la Superliga, para recuperarse tras la derrota contra Argentinos y también para llegar a la Supercopa con el ánimo por las nubes.
De menos a más. Boca en el primer tiempo dominó desde la posesión, pero la falta de movilidad en ataque le quitó frescura para atacar a Tigre. En defensa el equipo resolvió bien con un Paolo Goltz mejorado, aunque también mostrando errores en el retroceso y una dejadez a la hora de presionar alto.
En la segunda parte mejoró Boca, sobre todo porque Edwin Cardona hizo pesar todo su desequilibrio. También porque el equipo achicó líneas y le permitió a Barrios exhibir su monstruosa capacidad de recuperación. Hubo polémica, porque Delfino no sancionó un penal por mano a Nández. Afortunadamente, el árbitro sí acertó en la falta de Pérez Acuña sobre Pavón, dejándole un remate sobre los doce pasos que el enganche colombiano transformó en gol con gran jerarquía.
La ventaja y el desarrollo del partido le permitió a Guillermo hacer cambios pensando en River. Primero sacó a Pérez y luego a Tevez, dejándole minutos a Reynoso y a Wanchope. En el medio y durante ese lapso Boca tuvo chances para aumentar el marcador, pero entre el arquero Chiarini y el travesaño Tigre se salvó.
La pesadilla duró un instante. Luna recibió en el área – estando un paso en offside – y tiró un centro que Magallán desvió cuando cerraba Fabra, ese desajusto terminó en un rebote que Pérez Acuña transformó en gol. Sí, Tigre en su primera acción de riesgo empataba cuando el marcador ya señalaba el final del partido.
La gente jugó y mucho. La Bombonera alentó con toda su fuerza tras el empate, generando una energía que repercutió en un equipo que no bajó los brazos. Una gran contra de Boca terminó con un doble enganche de Reynoso y un remate que Chiarini tapó con esfuerzo. La victoria parecía escaparse, pero en el rebote Barrios la peleó entre dos y habilitó a Wanchope, que controló y tiró un centro atrás preciso para que Jara marque el 2-1 y la locura del plantel, el cuerpo técnico y de todo el templo.
La victoria vale doble, no solo por la Superliga, sino por cómo quedó el ánimo de cara a esa final contra River que se jugará el miércoles. Ya lo dijo La Bombonera, en Mendoza cueste lo que cueste.