Boca eliminó al Corinthians en Brasil tras empatar 1-1. Riquelme la rompió y marcó un golazo sensacional para dejar al Xeneize en otra ronda de la Libertadores. Ahora se viene Newell’s en Cuartos de Final.
No pasó ni un año de cuando Riquelme se iba abatido del Pacaembú. Con la camiseta número diez en la espalda y con el rostro lleno de lágrimas en sus ojos. Ese día se perdió la final de la Libertadores, pero también a un Román que se vació de fútbol para irse de Boca. Estuvo seis meses inactivo. Regresó por un pedido masivo y por la chispa que le generó el retorno del Virrey. Esta noche, concretó su revancha y la de todos los Bosteros. En esa misma cancha, ante el mismo rival, se llenó de fútbol, la rompió, con un golazo incluido, para que el Xeneize elimine al Corinthians y pase a una nueva ronda de la Libertadores. Magia eterna.
En la previa se habló mucho del sistema táctico que armó Bianchi para enfrentar este encuentro. El 4-4-1-1 funcionó a la perfección y superó la prueba. Sirvió para limitar al conjunto brasilero y convertirlo en un mediocre equipo que tuvo como único recurso durante todo el partido el pelotazo o el centro. Con la doble línea de cuatro, Boca se ensanchó para cubrir espacios y fue generoso con sus movimientos de desmarques para ayudar a Riquelme a mantener la pelota. Los dos laterales agarraron cansados a sus atacantes anulándolos y cerrando caminos. La máquina fue perfecta, cada pieza actuó a la perfección.
Si hubo momentos claves en el partido, fueron sin dudas durante el primer tiempo. El Corinthians tuvo dos jugadas trascendentales en esa etapa. Una fue tras un gran cierre de Marín sobre Emerson para evitar el tanto del Timao. El defensor de Boca metió la mano y se la arrebató al delantero. Era penal, pero la picardía del joven lateral derecho hizo que su infracción se vuelva invisible para el línea y el árbitro. La otra fue un gol convertido por Romarinho, que fue anulado por una inexistente posición adelantada. Esta vez, le tocó al Xeneize tener un guiño del destino
Riquelme fue el protagonista del partido y de las jugadas que terminaron significando la victoria par Boca. Román arrancó enchufado, aguantando cada pelota que le llegaba para darle posesión al equipo. No se notó su inactividad o alguna secuela de la lesión que sufrió hace unas semanas. Demostró toda su magia cuando frotó la lámpara para convertir un golazo de novela que le daba al Xeneize una ventaja sensacional para la clasificación. El Diez jugó en corto un tiro libre y le pegó desde la derecha, sin ángulo, cruzado al ángulo de Cassio. Fue inevitable sentir un dejavú en la mente para volver al 2007, cuando, en una jugada muy parecida, el enganche le convirtió un tanto similar al Gremio allá en Brasil en la final de la Libertadores.
En el complemento el Corinthians realizó dos cambios para ir, obligado, a buscar el triunfo ansiado. Pato y Edenilson para que su equipo pase a jugar con un 3-4-3 ultra ofensivo. Paulinho, el corazón del conjunto de Brasil, convirtió el empate antes de los diez minutos de la parte final. En el medio, Blandi falló un gol increíble que hubiera sentenciado la historia. Ese respiro le dio al Timao la energía que necesitaba para creer que el milagro era posible. Orion comenzó a ser figura, junto a Marín y el resto de sus defensores. Encima, Riquelme y Erbes, dos gladiadores que llegaron al partido en una pierna, debían ser reemplazados por estar totalmente agotados.
Alenxandre Pato, el delantero que llegó del Milan de Italia por una suma casi pornográfica para el dinero que se mueve en el continente, erró un gol de una forma burda que desafió a la física. Abajo del arco, tras un buen pase de cabeza de Guerrero, con Orion vencido, sobre la línea, se enredó en sus piernas y dejó sin alma al Corinthians. Otra vez el destino le sonreía a Boca.
Los minutos finales fueron sufridos, más por el contexto que por lo que el equipo brasilero generaba. Boca dejó todo y terminó jugando el partido con cinco jugadores de las inferiores. Maniató al campeón del Mundo y de América, aquél que nos arrebató la séptima Libertadores en el 2012. Carlos Bianchi volvió a demostrar su valía y porque nunca perdió en Brasil dirigiendo al Xeneize.
Ahora se vendrá Newell’s, un rival de riesgo que juega muy bien. Pero hay confianza, se demostró otra vez de que a Boca no hay que darlo por muerto nunca.
cris
16 mayo, 2013 at 18:49
El esquema esta muy bueno ,si los jugadores lo cumplieran ,este es lo peor de Boca.
#RomanYBianchiGenialidad …los demas que se vayan todos,debe haber montones de jugadores que jugarian brillantemente en Boca,este Boca Unico Y Ultimo por Roman y el Virrey