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Editorial

Cada vez más hijos

Un análisis desde la pasión y la ironía para seguir disfrutando de otra muestra de paternidad contra el clásico rival.

Pasadas 24 horas de la culminación de un nuevo triunfazo en el Monumental, tras la euforia y los festejos, hay que decir que el 2-1 de Boca en la cancha de River no tiene un título. Esa sana costumbre de ganar en Nuñez no amerita ponerle nombre. Podría llamarse «Nahitanazo» o «Cardonazo», entre muchos otros que se nos ocurren. Pero Boca es más grande que eso. Los primos no se acostumbran a ganar en La Bombonera, y en su casa tampoco, ya que desde 2010 – antes de irse al descenso – su público frío y con aires de grandeza no puede festejar los 3 puntos. Como no ganan seguido, ellos sí bautizan las victorias, aunque nunca alcancen al Xeneize. Los hijos minimizan las derrotas y se envalentonan en los triunfos, aún con el arbitraje de su lado y jactándose de ser favorecidos, pero todo vuelve, querido Millonario.

Es cierto que en Boca no estamos acostumbrados a festejar goles ajenos, algo que ellos sí hicieron durante toda su vida; pero los goles de Sand, el de Acosta y el de Silva fueron el inicio de una semana VARbara para Lanús que llegó por primera vez en su historia a una final de Copa Libertadores, y también para el Xeneize.

¿De verdad por una moda de 3 años piensan que son un equipo copero? Aún falta mucho, en especial ahora que solo festejan participaciones y no obtenciones. Pero eso lo dejamos para el año que viene, donde Papá vuelve con un equipo consolidado, campeón, puntero y que de verdad sabe lo que es jugar (y ganar) esas competiciones.

Pero volvamos al partido del domingo que es lo que nos incumbe: el equipo que se creía imbatible en los mano a mano cayó en su casa y con su gente, lo hizo ante un equipo que tiene huevos y de sobra. Como hace casi un año en el Monumental, pero sin Tevez y Gago, se festejó otra vez. Las patadas que siempre criticaron las dieron ustedes: Nacho Fernández mereció la roja y la cárcel por esa patada en el pecho a Cardona; justo al gordito que no pararon de criticar ustedes desde que llegó a La Ribera. Y como la justicia divina existe, el crack que lleva la 10 en la espalda en esa misma jugada metió un golazo bárbaro de tiro libre para poner en ventaja. Y claro, Lux la sigue buscando.

Aún con un jugador más, Boca cedió la pelota para buscar espacios para la contra. Terminaba el primer tiempo y el nerviosismo en sus rostros (de los jugadores, el técnico y los hinchas) se notaba desde cualquier lado del país. En un llanto histórico lleno de persecuta de Enzo Pérez en el entretiempo también se notó. Lo hicieron para condicionar a Pitana. Y vaya que les funcionó (o no tanto). Cuando iban 61 minutos y Cardona paseaba al quejoso volante, fue el mismo jugador el que simuló el codazo del colombiano para distraer al árbitro y se salieron con la suya. El que los había embocado se fue injustamente expulsado. Pasados 8 minutos convirtieron el empate que los ilusionó. Al poco tiempo se derrumbó su castillo y la paternidad se mostró intacta: preciosa pared entre Pavón y Pablo Pérez, para que nuestro capitán asista con un centro fenomenal y, de volea, Nahitan Nández convierta y produzca un nuevo silencio atroz, en un golpe de knock out.

La sana costumbre. 10 partidos de diferencia, en la máxima paternidad en Superclásicos. Se puede ser piadoso y contar el amateurismo (ese que ustedes no quieren contar nunca conveniencia) y la diferencia sería de 9. De todas formas no se preocupen, en el próximo torneo tienen revancha.

Guillermo les pasó la camiseta por la cara y le ganó el duelo a Napoleón, al que también tiene de hijo; antes como jugador y ahora como entrenador. Sí, a él a quien ganó una Libertadores y fue bailado por el Barcelona en su odisea por Japón, y fue comparado con (pónganse de pie) ¡Carlos Bianchi! Tengan dignidad.

Nuestros jugadores se recibieron de hombres con toda la gente y el arbitraje en contra. Les sacaron 12 puntos de diferencia en el torneo en solamente 8 fechas, mientras que hace 3 meses festejamos un campeonato. Ustedes, por ahora celebraron un susto (pero gallinearon una vez más), una participación en la Copa con el «mirala por Fox» (que por cierto vimos y nos reímos mucho) y el empate de la Selección en nuestro templo.

Ahora festejamos el salir campeones y ganarles siempre, aunque ya sea una costumbre. Ahora, ganenle a Morón (si pueden) para intentar ganar la Champions Argentina (que cuando Boca la ganaba era una Copa de Leche). Desde arriba los miramos muy tranquilos. Y celebramos, peleando por nuevos títulos, y sin descensos.

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