Boca Juniors volvió a demostrar tener una fragilidad mental preocupante. ¿Por qué este equipo se derrumba ante la adversidad?
El deporte de alto rendimiento exige una preparación física muy sacrificada. Pero también es fundamental estar muy fuerte de la cabeza para poder soportar las presiones con las que se conviven en el día a día. El fútbol no es un excepción de esto; y Boca es una institución en la que todo se magnifica obligando a los jugadores a estar siempre en el tope de sus rendimiento psicomotrices. El problema actual del Xeneize no se basa en una falta de preparación muscular o de capacidad aeróbica. La falla está en lo vulnerable que se volvió el equipo ante la adversidad. Hoy Boca es tan frágil mentalmente frente como lo es un castillo de naipes ante el viento.
¿Por qué sucede esto? Principalmente tiene que ver con una cadena de resultados negativos que generan una falta de desconfianza alarmante dentro de la psiquis grupal del plantel. Desde aquella final perdida de la Libertadores de América en el 2012 hasta la actualidad que Boca no logra tener grandes éxitos para barajar y dar de nuevo. Eso, sumado a un 2013 en el que las lesiones fueron las grandes protagonistas de la temporada, toda la moral se hundió.
Es cierto que hay errores técnicos graves en algunos jugadores. También puede ser verdad que Bianchi no acertara en algún planteo o cambio durante un partido. Pero nada de esto disimula el problema mayor que es la falta de reacción ante los golpes. Es normal, y lo hemos dicho hasta el hartazgo, ver a Boca quedar anulado luego de los rivales le convierten. Hay un problema de desánimo notorio y que hay que modificar urgentemente.
Ayer fue muy claro como apareció el descontrol y el derrotismo tras el fallo de Zárate y el gol de Rigoni con el que Belgrano logró empatar parcialmente. Como ayer escribimos en nuestra crónica: «Boca es como un boxeador al que cada golpe le es certero y lo deja con la guardia baja esperando recibir el nocaut». Caerle al juvenil lateral por su espantosa actuación sería un facilismo. Hoy él es un culpable transitorio de un problema más grande.
¿Faltan líderes? No. Boca tiene a Carlos Bianchi en el banco de suplentes, a Orion en el arco, al Cata Díaz en el fondo y a Gago en el centro del campo. Lo que hace se necesita es una gran charla en la que se machaque sobre la importancia de salir de este pozo depresivo. Hoy es fundamental encontrar una racha positiva que sirva de base para volver a llenar el pecho de confianza. Para eso habrá que intensificar el trabajo en la actitud y la concentración colectiva durante los partidos. Buscando evitar al mínimo esos errores no forzados que cuestan más que tres puntos perdidos. Hay que lograrlo, para que el castillo de Boca pase a ser de cimientos fuertes y no de cartas de papel. Todavía se puede.
cristina sikos
17 febrero, 2014 at 17:22
Seria buena contratar a un buen sicologo,que este no sea del club.
Y ademas seguir rapidamente pasando la escoba.